El cielo se oscurece a lo lejos y tan
sólo queda una uña de sol. Unas iniciales se las lleva la espuma de
una ola diminuta, una leve caricia del mar en calma. Las banderas
ondean a media asta, caídas en desgracia con los extremos orientados
hacia el suelo, como las orejas de un perro avergonzado. Un animal
que aúlla a la incipiente luna, que comienza a alzarse con un brillo
anaranjado; llanto de una especie que observa su decadencia en los
confines del día. La tranquilidad y quietud enfermizas no sólo
paralizan el corazón, sino que presionan el pecho e impiden llenarse
los pulmones de aire, limitándote a respirar de poco en poco. El
mareo es inevitable y en tu campo de visión se instaura una sombra
que se funde con la creciente noche. A lo lejos una figura se acerca
y se aleja dejando en la arena un repertorio de pisadas enmarañadas
que desordenan las perfectas formaciones desérticas que tanto
trabajo le llevó conseguir al viento, ése que con tanta fuerza salía
de tus pulmones cuando dejaste de correr. Aquella persona borrosa
continúa con su acercamiento-alejamiento cuando por tu mente no
dejan de pasar caras y voces que despiertan recuerdos de otras noches
no tan solitarias como aquélla. Caras de amantes que conociste en
una cama, en un coche, en un jardín. Promesas que salieron de
aquellos mismos labios que luego dijeron «perdón» o «adiós». Y
mientras tanto, aquel bailarín de la oscuridad, tocado tan sólo en
un costado por los rayos de la luna, se detiene muy cerca y te señala
con un dedo el horizonte desnudo. Y comprendes que es el fin de la
luz y te dejas llevar por la corriente de locura que penetra tu
cabeza por el mismo punto que lo hace la imagen de su cara. Si tus
piernas se bloquean y caes de rodillas, entonces mejor ten preparada
una súplica, porque te enamorarás tan perdidamente que cuando
amanezca jamás podrás olvidar el beso de oscuridad que aquella
figura te dio cuando se acercó demasiado.
jueves, 22 de marzo de 2012
sábado, 10 de marzo de 2012
Segunda ley de la termodinámica
“La segunda ley de la
termodinámica se basa en el hecho de que hay muchos más estados
desordenados que ordenados”, S.H. Hawking.
¿Cómo sería el mundo si la flecha
del tiempo apuntara al revés? Los pedazos de cristal saltarían por
el aire y se fundirían para dar forma a un vaso intacto, el desorden
dejaría paso al orden absoluto y en lugar de degenerar y envejecer
seríamos jóvenes y volveríamos a nacer. Pero el universo se ha
inventado así, ¿o somos nosotros los que así lo percibimos? Lo que
sí está claro es que si dejas los platos sin fregar, pronto el moho
se hará con ellos.
Es más fácil perder algo, que
ganártelo. En el amor, como en todo en esta vida, tienes que
invertir una cantidad de energía constante para evitar que esto
ocurra. Y si no lo haces, todo lo que tengas que hacer después para
enmendar tu dejadez puede llegar a ser completamente inútil. Y es un
error común relajarse con el cuidado de una relación porque ¿para
qué seguir luchando por algo por lo que ya has luchado y ganado una
vez? El rey que no se molesta por el cuidado de su nación pronto
verá cómo las rebeliones se multiplican por el territorio y su
reinado verá el fin antes de que mueva un dedo por intentar
evitarlo.
Hubo una vez alguien que afirmó que el
amor es un ser vivo al que hay que dar de comer para que no se muera.
No, todo está vivo. Todo aquello que consuma y requiera energía
está vivo. Si la física nos enseña que caminamos hacia el
desorden, esforcémonos por ir al contrario. Pero qué fácil es a
veces dejarse llevar por la corriente del río y erosionarlo todo a
nuestro paso...
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