El cielo se oscurece a lo lejos y tan
sólo queda una uña de sol. Unas iniciales se las lleva la espuma de
una ola diminuta, una leve caricia del mar en calma. Las banderas
ondean a media asta, caídas en desgracia con los extremos orientados
hacia el suelo, como las orejas de un perro avergonzado. Un animal
que aúlla a la incipiente luna, que comienza a alzarse con un brillo
anaranjado; llanto de una especie que observa su decadencia en los
confines del día. La tranquilidad y quietud enfermizas no sólo
paralizan el corazón, sino que presionan el pecho e impiden llenarse
los pulmones de aire, limitándote a respirar de poco en poco. El
mareo es inevitable y en tu campo de visión se instaura una sombra
que se funde con la creciente noche. A lo lejos una figura se acerca
y se aleja dejando en la arena un repertorio de pisadas enmarañadas
que desordenan las perfectas formaciones desérticas que tanto
trabajo le llevó conseguir al viento, ése que con tanta fuerza salía
de tus pulmones cuando dejaste de correr. Aquella persona borrosa
continúa con su acercamiento-alejamiento cuando por tu mente no
dejan de pasar caras y voces que despiertan recuerdos de otras noches
no tan solitarias como aquélla. Caras de amantes que conociste en
una cama, en un coche, en un jardín. Promesas que salieron de
aquellos mismos labios que luego dijeron «perdón» o «adiós». Y
mientras tanto, aquel bailarín de la oscuridad, tocado tan sólo en
un costado por los rayos de la luna, se detiene muy cerca y te señala
con un dedo el horizonte desnudo. Y comprendes que es el fin de la
luz y te dejas llevar por la corriente de locura que penetra tu
cabeza por el mismo punto que lo hace la imagen de su cara. Si tus
piernas se bloquean y caes de rodillas, entonces mejor ten preparada
una súplica, porque te enamorarás tan perdidamente que cuando
amanezca jamás podrás olvidar el beso de oscuridad que aquella
figura te dio cuando se acercó demasiado.
Echaba de menos tus narraciones, tus descripciones, me encanta como lo haces, ya te lo he dicho más de una vez y mucha gente te lo dice y con razón. Consigues que me adentre fácilmente en ese mundo que narras e incluso me permites vivirlo, y eso no lo consigue cualquiera escribiendo.
ResponderEliminarHa sido bonito, aunque me ha traído recuerdos algo melancólicos.
Suerte, ¡y un abrazo!
Tan solo es un sueño que sueña con ser mejor~
Y yo no me canso de dar las gracias. Cuando, como tú, me dicen que han sentido lo que he descrito, entonces me pongo contento porque he conseguido mi objetivo.
EliminarAunque siento haberte puesto melancólico.
Un abrazOO!
como siempre Pablo tu pequeño fragmento me encanta y se me queda corto. ansío más letras tuyas. lo releo varias veces por que en las escenas que describes me siento a gusto.
ResponderEliminarun fuerte abrazo!!!!!!!
Pues estas palabras están dedicadas a todos vosotros, así que siempre sois más que bienvenidos y vuestras palabras más que bien recibidas.
EliminarY somos lectores recíprocos, recuerda :)
Un abrazo, Manuel.
''Y comprendes que es el fin de la luz'' Gracias. Gracias por permitirme disfrutar de este momento de calma y emotividad antes de volver a la interminable pila de libros, apuntes y folios que me quedan por estudiar y lo siento si he estado un tiempo desaparecido, últimamente no me sobra mucho tiempo que digamos, aunque siempre lo hay para ti y para tu blog.
ResponderEliminarCuidate, Pablo y ojalá no pase mucho tiempo hasta que pueda volver a disfrutar de otra de tus entradas.
No, gracias a ti por una vez más halagar mis palabras. Siempre estoy ansioso de que me deleites con una muestra de tu intelecto en tu blog. Yo también espero leerte pronto.
EliminarUn abrazo ;)