La luz que entra en la habitación se convierte en un espectro
luminoso cuando toca los pedazos de cristal esparcidos a los largo
del parquet. Este caos es el resultado de una vibración superior a la
superficie de mi alma, de un grito desgarrador que ha convertido la
estancia en el eco de una batalla por la libertad. De lo habido no
queda ya nada. Esta noche han caminado entre mis sábanas ángeles y
también demonios, figuras con capa que entonaban conjuntamente un
aullido de dolor que pondría a prueba mis límites. Me rozaron con
sus alas caídas y también con sus pies me pisaron. De su paso
quedan mis pedazos entre la cama y el armario; pedazos que ahora
saben cómo brillar. La noche ha sido larga y el sueño corto. Pero
una vez entra el sol por la ventana no hay que hacer ningún esfuerzo
para sentir su calor. Ya de bruces en la realidad, roto y dolorido,
no queda más que sentarse a ver qué va a pasar luego. Porque, por
mucho que luzca el sol, no va a ser peor que los terrores de la
noche.
Junto a mis pedazos, una pluma blanca ha caído, rozándome con
delicadeza. ¿Alguna vez alguien ha intentado volver a pegar los
pedazos de un vaso de cristal que se la había caído al suelo y
roto? Es un trabajo tedioso seguro, lo cual no quiere decir que sea
imposible. La vida está plagada de momentos como el mío la noche
anterior, todos tenemos nuestros ángeles, y sobre todo nuestros
demonios. Pero ¿por qué no seguimos luchando hasta llegar al fondo
de todo y comprender así que ésta es la dinámica de la vida?
cuando un vaso se rompe, aunque intentemos pegarlo nunca quedará como estaba.
ResponderEliminarasí mismo cuando se rompe un corazón aunque se trate de reparar ya nunca volverá a ser el mismo corazón.
yo conozco un corazón que tiene mil suturas y ya está muy débil. cualquier día se rompe del todo.
un abrazo PABLO!!!