¿Habéis visto
alguna vez un ave caminando? Sólo caminando porque sus alas habrían
perdido funcionalidad. Pues entonces ya me conocéis un poco más, ya
que me habréis visto. Mi pecado ha sido jugar contra unos
contrincantes que me quedaban muy grandes: los sentimientos. Y como a
Ícaro, mis alas se han colapsado por el peso de la ambición. Pues
creí que podía encerrar a mi antiguo “yo” en una celda al fondo
de mi mente, pero olvidé que éste es inalienable a mí y que
siempre está presente, irradiando la debilidad que me hace caer una
y otra vez. Y por más que diga que “para ser un hombre fuerte
primero hay que ser un niño débil”, creo que todavía sigo siendo
aquel niño apocado y que estoy lejos de convertirme en un hombre.
Y ahora os veo
frente a mí, dándome la espalda uno a uno, y contemplo el reflejo
de mis plegarias. Ahora comienzo a entender que el camino que he
escogido es demasiado estrecho para que nadie pase a mi lado. Si al
llegar a la meta el camino se ensancha, eso ya no lo sé. Los mejores
han caminado solos durante años y no recuerdo haber oído una sola
queja de sus labios. Entonces, ¿porqué siento que a pesar de ser lo
que quiero, no me hace feliz? La frialdad ártica no me beneficia. Es
lo contrario lo que sé que puede llegar a calentarme de nuevo las
manos, que ahora gélidas se detienen a enjugar mis lágrimas. Lo he
intentado, juro que lo he hecho, pero no sirvo para esto porque me
implico muy rápidamente.
Sí, tú. A ti es
a quien van dirigidas estas palabras, más que al resto. Tu rostro
difuso y tus ojos azules no deberían volverse en contra de mí. Y lo
estás haciendo ahora. Me miras con dureza y me haces sentirme
pequeño. ¿Crees que no es complicado para mí también? ¿Crees que
todavía no me acuerdo? No quiero ser uno más y vestir camisa de
fuerza. Toda mi vida te has camuflado entre todos los demás y es
ahora cuando por fin sólo puedo verte a ti. ¿Me esperarás?
¿Tendré yo el
valor para esperarte a ti?
-¿Habéis visto
alguna vez un ave caminando? -les pregunté a aquellos que estaban
frente a mí en aquellos parajes de una tierra oscura.
Continué hablando
a medida que uno a uno se daban la vuelta y me dejaban atrás, como
una masa que acude a la guillotina a ver el macabro espectáculo; una
vez la cabeza se desprende del cuerpo ya no hay nada más que hacer
allí. Mi diatriba parecía no importarles en absoluto. Sólo uno de
ellos continuaba quieto, el único que no había conocido aún el
olor de mis sábanas.
-Si, tú -le
espeté, sin conseguir reacción ninguna, al cabo de un rato de
discurso inconexo-. A ti es a quien van dirigidas estas palabras.
-Esos ojos azules no se movían ni aunque los demás pasaran por
delante de él en su empresa por dejar el lugar-. ¿Crees que todavía
no me acuerdo? -Yo sólo podía continuar hablando, la única forma
que tenía de no derrumbarme y llorar-: ¿Me esperarás?
Y me tendió una mano, que quedó levitando frente a mí a una distancia tan pequeña y a la vez tan grande que resumía una vida entera en este mundo.
Y me tendió una mano, que quedó levitando frente a mí a una distancia tan pequeña y a la vez tan grande que resumía una vida entera en este mundo.
-¿Tendré yo el
valor para esperarte a ti?
Y una lágrima
solitaria descendió hacia su mejilla, donde se perdió entre las
sombras que envolvían su rostro.
Siempre me odiaré
por no acudir a besar esa lágrima.
imagino que las aves fueron creadas para volar y si no cumplen esa función se sienten desgraciadas para siempre.
ResponderEliminarasí nos pasa a los humanos que fuimos creados para amar y si el amor no llega, si no conseguimos saber lo que es el amor nos convertimos en seres solitarios y desventurados.Pocos saben vivir sin amor y ser felices.
historias de amor que marcan nuestra vida para siempre. nunca ya nos podremos desprender de su huella.
Pablo, fíjate que tus letras tienen el DON de hacerme reflexionar y consiguen pararme a pensar más profundamente de lo que acostumbro.
un placer leerte...como siempre
un abrazo Pablo!!
El placer es mío, recibir comentarios de este calibre. Halagador!
EliminarAsí es como nos sentimos cuando no estamos cómodos con lo que nos ha tocado vivir, como aves condenadas a una jaula o que hayan perdido funcionalidad en sus alas. Para las aves eso puede suponer la muerte, para los humanos una depresión... Pero yo no he llegado tan al fondo eh!
Me alegro de que compartas tus reflexiones conmigo ;)
Un abrazo enorme!