miércoles, 9 de marzo de 2011

El puente Roseman



En mi libro favorito, y que más tarde se convirtió también en mi película favorita, se narra el romance que dos personas experimentan durante tan sólo cuatro días, con la visión del puente Roseman de fondo, uno de los seis de Madyson County. Es la historia real del poder del deber sobre el amor verdadero, que no siempre lo puede todo. El libro me hizo llorar los últimos capítulos, la película me arrancó el corazón. Me identifico con la protagonista, Francesca, de un modo curioso, pues (sin desvelar nada de la trama) el esfuerzo que tuvo que hacer fue inmenso; no lo he padecido yo, pero el dolor que cada vez que vuelvo a verla me destroza el pecho es real de tal modo que de alguna manera representa algo que de verdad existió dentro de mí. Puede ser el miedo a verme en dicha situación, o puede ser que traducido a mi vida me haya visto implicado en algo similar, pues yo tuve que dejar marchar al amor de mi vida (y todavía me estoy esforzando por ello).

Como Francesca, me aferro a la manilla de la puerta de una furgoneta, deseoso de salir bajo la lluvia y detener la otra que va delante, esa de chapa verde. Al igual que ella, las palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez: «Recuérdame una vez más por qué tengo que irme contigo.» Me repito a mí mismo que así tiene que ser, que es el deber. El sufrimiento que escogemos es más doloroso que el impuesto. Todos preferimos una vida repleta de amor y pasión, pero pocos se aferran al valor de quedarse estáticos en el tiempo y continuar su vida. Pero, ¿debería llamarse a eso valor, o tal vez sea cobardía? Porque, ¿cuántas personas se dejan llevar por el impulso que los invita a presentarse a la persona que tanto llama su atención? O yo, sin ir más lejos, que durante años he estado enamorado del chico equivocado, buscando a alguien que encaje como él lo hacía, y que no me atrevo a dejar pasar a nadie a mi mundo privado. Pero no hay valor o cobardía en dichos actos, sino deber. En parte yo soy como Francesca, me aferro al recuerdo sin el impulso suficiente para abrir la puerta y gritar: «Espera, repítelo otra vez y me voy contigo.» Como ella le dice a su marido, yo le digo a la vida: «Dame un momento, por favor»; y lloro apoyado contra la ventanilla, con mi reflejo desintegrado por las gotas de lluvia, al más puro estilo metafórico de mi corazón.

Kinkaid le había dicho en una ocasión a Francesca: «Ese tipo de certeza sólo se presenta una vez en la vida.» Y es verdad. Una vez en la vida tenemos la certeza de estar ante el camino correcto. La decisión de tomarlo o no es nuestra. Creo que todavía no se ha presentado para mí, porque ahora que ha pasado el tiempo y que el escribir sobre ello me ha ayudado a superarlo, cuando sentía ese amor por él, por mi amigo, no sentía que fuera lo correcto. Pensándolo objetivamente, creo que fui yo mismo quién se lo quiso creer. Pero ya no es así. Tan solo espero que llegado el momento tenga el mismo valor que Francesca para tomar la decisión acertada, pues considero que ella sí hizo lo que debiera. Y fue feliz. Por todo esto su historia me llega tanto, más que ninguna otra, porque escogió la tragedia, mas sabía que aun así, por mucho que le costase admitirlo, era el camino correcto que debía coger. Esa fue su certeza.

4 comentarios:

  1. Hola Pablo.Me has dejado con las ganas de saber más de esta historia.Voy a buscar la peli para verla.
    Yo tengo un libro que siempre recomiendo: "El viaje de Marcos", si tienes la ocasión de leerlo seguro te gustará,aunque te aviso que es muy triste.

    Me alegra cuando veo que has escrito algo.Tus letras las espero ansioso no sé porque jeje,será que me encanta como escribes...
    Un saludo grande!!

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  2. Lo que hace especial al amor es ese componente incontrolable que hace que te enamores en el momento y situación más inesperados. Y aquí no suele valer la frase "tal como viene se va" porque una vez caes en sus garras nada puedes hacer para evitarlo. Quizá tal como un día vino un amor otro día venga otro y el contexto sea favorable a ti. Por cierto, a veces llega sin más, y otras tienes que darle un pequeño empujoncito, un "Hola, ¿qué tal?" Tal vez te parezca una tontería, pero a veces atreverse a presentarse a quien te llama la atención puede que sea la decisión más acertada.

    Un saludo!

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  3. Ya tengo una película pendiente por ver, y quizás un libro por leer :)

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  4. Manuel: Pues deberías verla, porque es impresionante; aunque como amante de los libros (u obsesionado, como se mire) te sugiero que leas antes la novela, que solo tiene 100 paginas :D
    Ya conozco el libro que me dices, lo tengo en mi lista de pendientes.
    A mí me alegra cuando comentas, siempre tienes cosas qué decirme. Gracias!

    Victor: Lo de los empujoncitos no valen conmigo si no tengo la sensación de que pueda salir bien, no soy muy vergonzoso, simplemente me acerco si veo que el otro pueda responder (me gustan los heteros, tengo un problema grave ajajajajaja)

    Shinrei: Te digo lo mismo que a Manuel, lee primero el libro antes de verla, gana mucho más.

    Gracias a todo.
    Un saludo!!

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