martes, 23 de agosto de 2011

BSO (4)

MISSING
(EVANESCENCE)


Cómo debería llamarte, ¿padre?, ¿madre?, ¿Dios? Realmente, ¿alguna vez alguien te ha preguntado cómo quieres que te llame? O es que simplemente no te has dignado a responder. Muchos han lanzado plegarias al cielo, gritos de desesperación que se preguntaban si de verdad estabas ahí, si sangrabas con nosotros, si llorabas nuestros pesares, si te sentías también tan sólo como nosotros en tu trono de luz; pero la única respuesta que recibieron fue el titilar de las estrellas, el viento golpear las ventanas, la oscuridad de la noche que todas las pasiones saca a relucir. ¿Me equivocaba yo al llamarlos ingenuos, al creer saber que tú no estabas ahí arriba, sino dentro de nuestro corazón? ¿Aquella certeza era realmente tan surrealista como el resto? Escribiendo esto me siento indigno, como un niño que escupe en la cara de su padre, sin comprender la autoridad y la sabiduría; básicamente sin entender apenas nada. Pero si lo hago es porque tengo una certeza, que a fin de cuentas he cuestionado miles de veces, pero ¿qué sería de una certeza si antes no se la ha puesto a prueba e intentado echar por tierra de todos los medios posibles? En este caso (y en el único) el corazón gana. Pero no estoy aquí para afianzar mis creencias. Hoy me siento a escuchar y lo único que mis oídos registran son los tambores en mi pecho, la respiración y la voz de mi cabeza que no deja de decir que esto está mal. No encuentro salida, Señor, no te encuentro siquiera en las voces de las personas que dicen ser tus representantes en la Tierra. No te encuentro en las iglesias ni en los camposantos ni en la Biblia. No llego a ver tu palabra en ninguna religión. Observo cómo el mundo se va olvidando de tu verdadera cara y se dejan nublar por las palabras de aquellos que cobran por hablar en tu nombre, o de los que dicen luchar y morir en tu nombre. Y cuando parece que te he perdido por completo, recuerdo que en los ojos de las personas siempre he hallado una luz que me hace sonreír. ¿Es ahí donde habitas? Si estoy en lo cierto, me miro ahora al espejo y te ruego que me escuches: aquello que he perdido, lo que tanto hecho de menos, si ha de ser por mi beneficio, me sea devuelto, porque no puedo vivir más con esta necesidad que día a día me hace llorar y sentirme inferior a lo que realmente soy. Temo la soledad por encima de todo y es como el veneno de la serpiente. Pero lo entiendo, ante tanto dolor en este mundo, el mío es tan insignificante...


domingo, 14 de agosto de 2011

BSO (3)

HOMETOWN GLORY
(ADELE)




No es un piano lo que mis dedos aporrean, sino las letras que dan forma a mis palabras. No es mi voz la que canta, sino la que se desgarra en un llanto ahogado. Ya no son esos ojos marrones por los que mi corazón se altera, éste ahora sueña con unos del color del cielo. Por momentos siento que demasiadas cosas están cambiando, que mi vida ha dado un giro de 180º para volverse en mi contra. Me siento desnudo caminando sin rumbo. Sin una meta clara, camino por un bosque con espesa niebla y rodeado de ruidos que me aterran, mezcla de animales y viento entre las hojas. Y estoy desprotegido. Sólo cuando logro apaciguar mi corazón y frenar el dolor que me presiona en el pecho, soy capaz de dormir. Y es entonces cuando ya no tengo miedo, cuando mi pueblo no es un lugar asfixiante, cuando puedo decir que me he quedado tranquilamente detenido para observar mi alrededor y no estoy perdido, tan sólo me pregunto a mí mismo. Y la pregunta común es: ¿qué sería de mí sin miedo? Y sueño con esos ojos. Sueño que los tengo cerca y no me siento indigno de su cuidado. ¡Oh, sí! Entonces con su cariño soy capaz de todo. Y lo importante es que no me siento solo, en absoluto...


martes, 2 de agosto de 2011

BSO (2)

INTO THE WEST
(ANNIE LENNOX)



Un momento tan simple como el final de una película, ése en el que haces un balance de los valores que ésta te ha enseñado. Las lágrimas descendían por mi cara sin un solo motivo concreto, pero con casi todos. Y en ese instante en el que los créditos no hacían más que desfilar frente a mi ojos, la canción me pregunta por qué lloro y me dice que pronto veré mis miedos desaparecer.

No era la canción, sino el momento en el que la escuchaba. Me lamentaba por todo, por las personas, por él... y esa voz me reconfortó. Estaba puesto allí en aquel preciso momento para escucharla y atender por primera vez a lo que me decía: que lo peor ya había pasado. Y comprendí que le viaje no se vería concluido, era eterno. Era el momento de volverse a levantar ante un nuevo horizonte y marcar mis pasos con un esperanza renovada.

Es complicado describir el sentimiento de calidez que me embargó, como siendo protegido por algo que mis sentidos no llegaban a percibir, algo que estaba dentro de mí. Ahora comprendo las palabras, ahora sé qué camino debo tomar y que no debo dejar que mis pasos se detengan. Mi problema hasta ahora era que no me creía con la fuerza suficiente para emprender este viaje sólo. Pero lo que no sabía era que nunca iba a estar sólo, sino que me sentía así por debilidad. Y poco a poco parece que todo se va aclarando, aunque lo que vea no me guste demasiado. Mi deber es aceptarlo y afrontarlo, pues esto ha sido lo que me ha tocado vivir y lo que debo hacer es que valga la pena.