lunes, 7 de febrero de 2011

¡Jaque Mate!


Este es el recuerdo de una época oscura en mi vida, ya terminada (aunque ahora no es que la que estoy viviendo sea muy brillante). A pesar de mi personalidad inalterable y mi carácter fuerte, como todos dicen, me dejé embaucar por los hechizos de un muchacho tóxico, que me envolvió con sus mentiras y me hizo creer que él era el que tanto tiempo había esperado. Se disfrazó de mis sueños y me arrastró poco a poco hasta el lugar en el que se hallaba lo peor de mí.

Lo conocí una noche y me quiso conocer mejor tomando un café. Chateamos un día a las 6 de la mañana, porque casualmente ninguno de los dos podía dormir, y quedamos a las 11 para conocernos mejor. Todo parecía perfecto y yo no paraba de dar gracias a Dios porque creía haber encontrado al que me haría feliz el resto de mi vida. Supongo que canté victoria demasiado pronto. Comenzamos a vernos por las tardes, a dar paseos por la ciudad, a encontrarnos por la noche y a terminar la noche en cualquier lugar, abrazados. Durante la primera semana no hubo besos, tan solo abrazos; él tenía faringitis y no me la quería pegar. El primer beso vino frente a la catedral... y fue perfecto. Pero entonces se convirtió en un chupasangre que borró todo lo bueno en mí, dejando solo lo peor. Me convirtió en su perro faldero y me paseó por la noche, mirando mal a la gente y enfrentándome al mundo. Me dejó sin mi personalidad. Pero la culpa no fue toda de él, yo puse una venda sobre mis ojos y me dejé llevar, creyendo que era Él. Noche tras noche nos emborrachamos (a escondidas, él hacía algo más). Éramos él y yo contra el mundo, pero de la forma más vulgar y cruel que se haya podido esperar de una persona. Alejé de mi lado a varias personas que había conocido, sin darles la oportunidad de demostrarme realmente cómo eran, pues este muchacho alegaba que eran “malas personas”, y yo le creía. Incluso llegamos a un enfrentamiento con uno de ellos, que terminó con la nariz de éste sangrando y su camiseta rota. Esa noche, de vuelta a su casa, nos reímos de cómo le había pegado el puñetazo.

Una noche volvía solo para casa, antes de que llegara el fin de todo. Borracho, me tumbé en un banco y observé cómo las estrellas desaparecían en el cielo a medida que el sol salía a la mañana. Entonces la voz en mi cabeza me lo advirtió, y sólo me dijo una cosa: «¡huye!». En ese momento la venda de mis ojos cayó. Pasé una semana sin saber mucho de él, los trabajos lo mantenían ocupado. Cuando volví a tener noticias de él, fue mediante un correo en el que me echaba en cara que tuviera a dos chicos agregados a una de las redes sociales. Evidentemente, estos chicos no eran más que conocidos, ni siquiera estaba interesado. Sin embargo, él no me creyó. Así que hice acopio de todo mi carácter ya olvidado y le dejé las cosas claras. Puse fin a la relación, yo no valía (ni valgo) para ser de esos que siguen a otros. Él me dejó de hablar. Y de verdad, se lo agradecí, porque me fue muy fácil olvidarlo.

Todavía me lo encuentro por ahí, cuando salgo de fiesta. Ahora me vuelve a saludar y me reprocha que sea borde con él; «después de todo», me dice. Pero, ¿qué espera? Ya no soy como él me quería hacer. Me importa poco que me salude, que me hable, que me coja la mano. No siento nada. He caído una vez en ese tipo de persona, pero ni una más (eso espero). He tenido que perder “la reina” una vez, un gambito inesperado, para hacer jaque mate al lado oscuro de ese Yo que él creó.
Supongo que aquello tenía que haber pasado para que yo viera que no era de hierro, y también para darme cuenta de que valgo más que esa gente. Porque puedo estar un poco perdido ahora mismo, pero mi personalidad sigue intacta, y eso es una de las cosas más importantes. Ya nadie me puede pisar. Sé lo que quiero.

7 comentarios:

  1. Buff.. Qué bien expresado. Yo muchas veces me siento inseguro y tengo miedo a acabar arrastrado, y como un perro faldero, un imitador... que al fin y al cabo es lo que siempre me acaba pasando. Me obsesiono cuando quiero a alguien de verdad y, además siempre me doy cuenta de que yo soy inferior...
    Bueno, ralladas a parte, la entrada me ha emocionado ;)

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  2. Hay momentos en los que somos más vulnerables. Siempre es difícil cambiar algo que determina gran parte de nuestra vida. Yo también tengo las ideas claras, pero no siempre me ha resultado fácil tomar según qué decisiones.

    Un abrazo.

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  3. No te conozco de nada, pero aún así no te imagino para nada siendo de esa forma. Me ha chocado la historia. Menos mal que te reubicaste :)
    Supongo que todos tenemos una época oscura.

    Suerte ~

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  4. De eso nada, Victor, en este blog te permito que te ralles todo lo que quieras (a ti y a todos), pues ¿no me rallo yo también con cada entrada? :)
    El sentimiento de inferioridad lo comparto yo también, pues varias veces me ha pasado... pero no tan exagerado como ésta. Por eso necesitaba sacarlo fuera de mí.
    Pero no te sientas inferior a nadie, igual como mucho. Yo pude aprender que no me merezco que me manipulen. Si te ha pasado, no dejes que vuelva a suceder otra vez, pues si de verdad te quiere, quien sea tu pareja (ahora o en un futuro) no debería borrar lo que te hace diferente: tu personalidad.

    Gracias otra vez por dejarte caer por aquí y por comentar. Me alegro de que te haya gustado

    Un saludo

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  5. Daniel: Opino que para que poseamos una personalidad afianzada antes los acontecimientos tienen que tirarla por los suelos. Supongo que mi teoría viene un poco condicionada por mi experiencia... Y en cuanto a la toma de decisiones, somos humanos, equivocarnos nos es inalienable (aunque a veces nos equivocamos por todo lo grande, como yo en esa ocasión). Y como tú dices, a veces somos vulnerables, sobre todo si somos vírgenes en el amor.



    Shinrei: Créeme, más me sorprendí yo al dejarme guiar de ese modo. Y me costó superar que me hubiese convertido en eso que tan poco me había gustado antes. Pero las cosas han vuelto a su cauce y ahora puedo estar orgulloso de afirmar que me equivoqué una vez, pero supe rectificar.


    Gracias por vuestras visitas.
    Saludos!

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  6. Al menos, como dice el título, ganaste la partida.Perdiste a la reina pero supiste retomar el juego y al final ¡jaque mate! a esa persona que jugó con tus sentimientos. Esta vida es un cruze continuo con personas que podemos llegar a querer mucho pero al final te das cuenta que todo se acaba.
    Cuando nos adentramos en los caminos del amor nunca sabemos que hay más allá.Lo vamos descubriendo poco a poco, conforme vamos andando, pero los pasos que hemos dado siempre se quedaran ahí,para lo bueno y para lo malo.Ya no hay vuelta atras.Por eso tu experiencia con ese chico forma parte de tu vida y ahí quedará para siempre.De todas las experiencias se aprende y de todas-seguro-encuentras algo bueno (incluso en esta)
    Nada más Pablo,que me enrollo como una persiana jejje.
    Un abrazo sincero por compartir tus letras y sentimientos de una forma tan especial!!

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  7. Sí, de ello estoy orgulloso, que por lo menos supe ponerle fin a la situación. Y por supuesto que quedará ahí, es una etapa de mi vida que me ha hecho afianzar mis preferencias, y por el resultado no la cambiaría.
    Gracias una vez más por pasarte y comentar.
    Un saludo!

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